Estaba claro que el “INstante” estaba esperándote, que la siguiente entrada estaba guardada para ti. Así, como en la vida. Porque todo ocurre por algo.
No estoy acostumbrada a las despedidas. He tenido muy pocas en esta vida. No he salido de mi ciudad, mis amigas de siempre tampoco lo han hecho, y por no irme, no me he ido ni de casa de mis padres… así que no te extrañes si no se estar a la altura en el momento que nos tengamos que decir adiós. Intentaré estarlo el resto de los días que quedan de nuestra amistad, sea a 600 kilómetros o con un océano de por medio. Estaré ahí, hasta que tú lo quieras y porque yo lo quiero.
Tú, en cambio, has sido como un camaleón. Te has ido adaptado tal y como te venía la vida. Aquí y allá, una chica del Norte que hasta ha sabido soportar los calores del Sur. Y que me ha demostrado que vive el presente, que aprende del pasado y que confía en su futuro. Así, sin utilizar tiempos compuestos.
No te apene irte ahora: va a comenzar el cierzo. Qué mejor época para marcharse a una de las ciudades más bonitas de España con la mejor compañía que puede haber en el mundo: tu yaya, que sé que la quieres con locura. Y que también sé, estará esperándote a través del cristal de la ventana. Yo me lo imagino así.
Cuando te digo que las cosas pasan por algo, es por algo. Al llegar a casa, he escuchado en la tele: “existe un momento que de repente, confías en alguien”. Aunque ya lo sabía, hoy me has confirmado que eres de palabra. Se agradece que haya personas así.
Y parece ser, que tarde o temprano, hay que aprender a despedirse en esta vida. Es algo impuesto. Así que contigo seré breve. Mañana hablamos, y no pasa nada, si es pasado mañana.
A uno de mis suspiros.
No estoy acostumbrada a las despedidas. He tenido muy pocas en esta vida. No he salido de mi ciudad, mis amigas de siempre tampoco lo han hecho, y por no irme, no me he ido ni de casa de mis padres… así que no te extrañes si no se estar a la altura en el momento que nos tengamos que decir adiós. Intentaré estarlo el resto de los días que quedan de nuestra amistad, sea a 600 kilómetros o con un océano de por medio. Estaré ahí, hasta que tú lo quieras y porque yo lo quiero.
Tú, en cambio, has sido como un camaleón. Te has ido adaptado tal y como te venía la vida. Aquí y allá, una chica del Norte que hasta ha sabido soportar los calores del Sur. Y que me ha demostrado que vive el presente, que aprende del pasado y que confía en su futuro. Así, sin utilizar tiempos compuestos.
No te apene irte ahora: va a comenzar el cierzo. Qué mejor época para marcharse a una de las ciudades más bonitas de España con la mejor compañía que puede haber en el mundo: tu yaya, que sé que la quieres con locura. Y que también sé, estará esperándote a través del cristal de la ventana. Yo me lo imagino así.
Cuando te digo que las cosas pasan por algo, es por algo. Al llegar a casa, he escuchado en la tele: “existe un momento que de repente, confías en alguien”. Aunque ya lo sabía, hoy me has confirmado que eres de palabra. Se agradece que haya personas así.
Y parece ser, que tarde o temprano, hay que aprender a despedirse en esta vida. Es algo impuesto. Así que contigo seré breve. Mañana hablamos, y no pasa nada, si es pasado mañana.
A uno de mis suspiros.