Levanté la carta y no arriesgué. Preferí darme por vencido ante la probabilidad de ganar. Y perdí.
Basé mi vida en una rutina sin contratiempos. Ande hacia donde ese día soplaba el viento. Y me arrastró con él.
Luché por sobrevivir en el mundo y no por supervivir en él. Y pronto supe que VIVIR era lo segundo.
Así que cambié.
Grité fuerte palabras retenidas para que alguien las recogiera. Me desahogué. Y no todos se quedaron con las que se merecían. Algunos hasta me las devolvieron, pero eso fue su problema. Yo siempre dije lo que sentía, a veces hasta lo que pensaba. Y eso está bien.
Busqué en la cajita de mis cualidades y encontré a viejos adjetivos. Inutilizados, casi obsoletos. Y los volví a coger, me los llevé. Y los usé.
Volví a creer. En mi.
Para Andrés, por arriesgar con riesgo.