NIEBLA EN TUS PUPILAS



Hay días que te despiertas y al levantar la persiana parece seguir estando cerrada. A veces es solo el clima, otras, la niebla llega hasta tus pupilas.

Eso le sucedió aquel día a Clara, que ni llevándolo escrito en su nombre, veía la luz. Era una chica que no pasaba desapercibida, aunque ella alguna vez hubiese pensado que sí. Ya de lejos se intuía que era especial. Lo decía su mirada, que se escondía bajo su sonrisa cuando se daba cuenta de que la observabas.

Creo que era alegre pero tampoco lo mostraba demasiado. Pero lo era. Te dabas cuenta al oírle hablar, su boca derrochaba optimismo. O eso me pareció a mí.

Tenía una belleza no estipulada, fuera de los cánones que marca la sociedad. Y seguramente era de las personas más bellas que tú te has cruzado. Porque la exaltaba su dulzura. Porque yo me he cruzado también con muchas.

Y por todo esto me calló bien. Paso a tener mi respeto sin habérselo ganado demasiado. Creo que lo había adquirido ganándose el de los demás.

En realidad no quería desvelar lo que le había pasado ese día. Eso queda para ella. Solo quería que supiera que por mucho que este nublado, con su propia claridad puede soplar a la niebla y hacerla desaparecer.


Para Clara, para que siempre sople.